Había una vez una niña llamada Lily y ella amaba las esferas de nieve. Creía que eran tan únicas. La vista de los copos cayendo lentamente a través de la esfera, pareciendo una suave nevada invernal, atraía a Lily hacia ellas. Sus corazones eran como hielo, pero cada vez que los miraba, la llenaban de la calidez de la alegría. Lily poseía un gran número de esferas de nieve y eran las posesiones más preciadas que tenía en su vida.
Un día, Lily encontró una esfera de nieve mientras hacía compras en una tiendecita adorable. Estaba hecha rápidamente y con mucho encanto, con una hermosa escena invernal en su interior. Se había espolvoreado con nieve blanca y polvorienta, y había pequeños árboles asomándose a través de la capa de algodón que cubría las bases de contrachapado rojo, que no necesitaban raíces para mantenerse en su lugar porque eran pesadas. Y ahí estaba una cabaña miniatura tan pequeña que parecía que podrías dar un paso y entrar; dentro, la gente llevaba ropa de invierno de colores primarios que sobresalían detrás de sus ventanas empañadas como cuchillos cortando mantequilla. ¡Esta esfera de nieve especial era una adición perfecta a la colección de Lily!
El mejor tenía copos de nieve centelleantes que flotaban y caían dentro de él. Los copos de nieve danzaban y centelleaban cada vez que lo agitaba, justo como la nieve afuera. Llevando lo que parecía solo un poco de magia invernal en su mano, y ni siquiera el nudo que había tenido cuando ocurrió.
Las vacaciones se acercaban, y Lily estaba emocionada por compartir su pasión por los globos de nieve con todas las personas en su vida. Vio qué divertido sería hacer adornos navideños personalizados como regalos para todas sus amigas. Lily creó escenas caprichosas dentro de sus bolas de nieve utilizando pequeños frascos, brillante glitter colorido y adorables juguetes plásticos. Incluso llegó a pintar las tapas con motivos navideños encantadores, haciendo que cada una fuera personal.
Todos amaron las bolas de nieve económicas de Lily. Eran absolutamente adorables y festivas colgando del árbol de Navidad o sentadas en una estantería. Lily era única y sus bolas de nieve eran igualmente especiales, tanto que todo lo que escuchó de su familia y amigos fueron elogios sobre lo bonitas que habían quedado las bolas de nieve.
No mucho después de que llegaran los adornos, Lily descubrió que le gustaba tenerlos expuestos durante todo el año, no solo para el invierno. Con la popularidad en aumento, comenzó a lanzar bolas de nieve para otros eventos especiales, como Pascua, Halloween e incluso fiestas de cumpleaños. Cada una tenía un tema único y estaba llena de pequeños tesoros por encontrar, lo que hacía que cada fiesta fuera aún más divertida.
Lily nunca superó su amor por las esferas de nieve. Continuó coleccionándolas y haciéndolas durante toda su vida, disfrutando cada nueva una. Nunca dejaba pasar la oportunidad de compartir estos momentos mágicos con sus amigos, y aún hoy cualquiera de nosotros tiene una colección de esferas de nieve que heredamos de nuestros padres o de nuestra abuela. Las esferas de nieve eran más que cosas bonitas para Lily. Guardaban hermosos recuerdos y la calidez de estar con alguien cercano: momentos mágicos que ella solía compartir hace no tanto tiempo...